En esta situación de cuidado en la que te encuentras, es muy probable que hayas escuchado comentarios tipo “debes hacer todo lo que puedas porque esté bien”, “debes estar pendiente de sus necesidades en todo momento»…estos comentarios, de otras personas, nosotras mismas los tenemos “grabados” en nuestro inconsciente, dándonos las directrices claras sobre ciertos comportamientos y actos que realizamos.
Una de estas directrices es “no puedes quejarte”. Esta “orden” que todo nuestro cuerpo nos lanza, aunque no la oigamos, no es casual. Es un mandato de género que las mujeres llevamos desde que el patriarcado se dio cuenta de lo beneficioso que es para el sistema que las mujeres no nos quejemos. No nos quejemos en los cuidados maternos, si tenemos hija/o, porque se nos tacha de mala madre, no nos quejemos por la supuesta “conciliación” porque, al menos, estamos trabajando fuera de casa y por supuesto, no nos quejemos de tener que cuidar de forma directa o indirecta a nuestra madre y/o padre porque todo eso es lo que “tenemos que hacer” y tanto el patriarcado como el capitalismo se valen de nuestra energía para sostener el sistema.
Con todo esto no quiero decir que dejemos a nuestras/os hijas/os o personas mayores dependientes abandonados o que los trabajos de cuidados no los hagamos desde nuestro absoluto amor hacia ellas/os, por favor no me mal intérpretes, quiero poner en relevancia la GRAN NECESIDAD QUE TENEMOS DE PODER EXPRESAR LAS EMOCIONES QUE ESTAMOS EXPERIMENTANDO ANTE ESTOS CUIDADOS.
Centrándome en el cuidado de una persona mayor dependiente, vamos acumulando las emociones que sentimos y es probable que las expongamos como quejas en momentos en los que no podemos más. Esta queja esta sostenida sobre un sufrimiento y una huida inconsciente por la situación de dependencia de nuestra persona mayor dependiente y que no podemos cambiar a mejor. Ese sufrimiento nos apega a nuestra rutina diaria, tanto, que nos hemos convertido en máquinas que hacemos cosas y ni somos conscientes de cómo las hemos hecho. ¿Cuántas veces has terminado de hacer alguna tarea (laboral, doméstica, de cuidado, conducir, etc) y no sabes cómo has llegado al final de la misma?
La mente termina totalmente desconectada, de tu ser y de tu cuerpo.
Si permites mirar un poquito hacia adentro, veras que sobre ese apego hay rabia y dolor, por no sentirnos capaz de encontrar un poco de luz en esta situación que estamos viviendo.
En estas situaciones de cuidado es necesario e imprescindible “AYUDARNOS/CUIDARNOS A NOSOTRAS MISMAS PARA PODER AYUDAR/CUIDAR A OTRAS PERSONAS” Y desde aquí ir cultivando, entre otras cosas, el desahogo, el cual se sostiene en la compasión, no sólo hacia nosotras, también hacia las personas que cuidamos. La compasión como la aceptación de nosotras y de las otras personas tal y como son, incluso aquello que no nos gusta. De esta forma la carga emocional se hace más ligera. Aceptación de que la realidad es neutra y que no la podemos cambiar. Lo que está pasando en este momento es tal cual, lo único que podemos hacer es aceptarlo y de esa forma todas esas emociones de rabia, miedo o/y ansiedad disminuirán, incluso desaparecerán. Desde aquí el desahogo es la aceptación de mí, de lo que estoy sintiendo en ese momento, con todo lo que soy. Porque es normal sentirlo y tienes todo el derecho a expresarlo.